Mi corazón se aturde,
la revelación penetró las grietas de la cordura.
Aletea descarriado, entre la inquietud y la demanda.
Se desploma con silencios de muerte
para resucitar en una cabalgata de latidos.
Esta extrañeza propaga gestos inexplorados.
Estoy juzgando a mi estrenada identidad en tus ojos.
Descubro tu prejuicio
y me exhibo
impúdica
frente a un sinfín de miradas anónimas.