miércoles, 26 de marzo de 2008

JOSÉ LUIS MANGIERI

A la ciudad le arrancaron los ojos

y los bienamados agitan por los bares sus cucharitas de aire.

Nadie nos conoce a nadie conocemos

Fugitivos muertos que caminan por México nos piden yerba La Hoja

o estampitas de Ceferino Namuncurá. Los que vagan por España,

fallecidos que se pudren como las princesas rusas en el París del 20

¿Pero y los que no están no están?

¿Los desaparecidos desaparecidos?

¿Los muertos dendeveras?

¿Los que no piden discos de Gardel porque los bichos les comieron la música

ni sufren en dólares porque no sufren más?

Temo por ellos algo más pulguiento que la muerte

más pior que los estrujamientos de los huesos

más griposo que desguazarse en los zanjones

o en las aguas puercas del Río de la Plata

algo más feo puede pasarles todavía

olvido desgraciado

JOSÉ LUIS MANGIERI



lunes, 24 de marzo de 2008

NUNCA MÁS


La memoria del horror
Publicado en Agencia de Noticias Pelota de Trapo
13/03/08
Por Vicente Zito Lema

Memorar el horror es justo y necesario.
Porque el horror existió y muchos que lo padecieron están vivos.
Memorar el horror debe ser un acto de amor para los muertos,
que están solos en la soledad de la muerte.
Y esa memoria debe estar viva, para que ese amor sea vida
y no una siniestra y vacía parodia del amor.
Esa memoria, esa pasión, saben que hubo
responsables del horror.
Los que de una manera y de otra manera y de mil maneras,
mataron, torturaron, violaron y profanaron la vida y hasta
profanaron la muerte con la desaparición de los cuerpos.
(Pobres cuerpos que nunca terminarán de ser profanados…)
Fue una gran pesadilla. Sin embargo podemos decir más: se trató
de una realidad organizada.
No hubo aquí horror por el horror.
Sí, hubo aquí, horror para precisos fines. Verdugos, para uno a uno
cumplir los fines.
Hablamos de los verdugos y hablamos de quienes arrimaron la soga
a los verdugos y arrojaron los pobrecitos cuerpos de los sacrificados
a las manos de los verdugos.
Hablamos de esos fines: sostener un sistema de reproducción
material de la existencia basado en la perfección de la antropofagia;
cuerpos que devoran a otros cuerpos más débiles con usura,
y que destruyen a la naturaleza también con usura.
Hablamos de un poder político, de un poder económico,
de un poder cultural, del poder de una iglesia que sacrifica la vida
porque solo existe en la muerte.
Hablamos de unos fines: defender, profundizar, perpetuar ese poder que
se sentía amenazado,
y que estaba amenazado.
Miles y miles de hombres y mujeres, muchos de ellos muy jóvenes,
o sea que pensaban que la vida era eterna, muchos de ellos
casi niños de frentes celestes,
querían construir el reino de los cielos, aquí, en la tierra.
El amor, aquí, en la tierra;
La belleza, aquí, en la tierra;
La justicia, aquí, en cada pliego de la realidad de la tierra.
Y entonces supieron como hoy, que no hay amor con pobreza.
No hay belleza, con pobreza.
No hay justicia, en la manchada y desgarrada realidad de la tierra,
con pobreza.
Todo hiede, todo se vuelve llaga, los cuerpos son
fantasmas de las lágrimas, con pobreza.

La cara más terrible de la pobreza, la esencia más
terrible de cada cuerpo, allí mismo donde yace la angustia de la finitud,
es el hambre, la tristísima materialidad del hambre.
La desgracia, de la que habla el alma herida, es el hambre.
El dolor es el hambre. La muerte
a caballo de la muerte, es el hambre.
Y más desgracia, más dolor, y más humillación de la vida
a caballo de la muerte más muerte
es el hambre que sufren los niños. (¡Oh, Dios,
hay un cuchillo en esos ojos!).
Sí, hay memoria del horror porque hubo un tiempo en que
los corazones se alzaron contra una manera de vida
que no es vida, en el horror de todos los días…

Memorar el horror del Terror de Estado (24 de marzo de 1976),
es seguir alzando el corazón y la palabra
contra el horror del hambre
y el crimen de la pobreza;
Que la paz sea en los espíritus
cuando haya justicia en el reino de la tierra.

jueves, 20 de marzo de 2008

VESTIDA DE ESPEJOS


Se vistió de espejos,

tacos altos

buscando distancia.

Rapó su cabeza

ocultando un sexo

demasiado tangible.

La muerte volvía a ella

como un boomerang.

Arrojándose a las vías,

el aullido del tren cayó su grito.


Nadie la vio,

sólo se vieron a si mismos.

domingo, 16 de marzo de 2008

MAQUILLAJE


El aire de este sábado

huele a desfachatez,

invita a maquillarse.

La calle sigue recordando algo pendiente,

estorba, pide definiciones.

Debió plantar carteles de advertencia

evitar la aparente ingenuidad de la noche,

no dejar que su farol disolviera cerrojos.

Cuando el error despliega su arquitectura,

lo más conveniente es huir disfrazado,

por la puerta de atrás.

martes, 11 de marzo de 2008

Rutina

Salgo a deshora para la rutina

y me oprime la certeza de saber

que tampoco es tiempo de ser libre.

La palmera de la plaza se estira

saliendo de la asfixia.

Gente con manos de mate

escobas que buscan conversación.

Mi pelo se rebela y se vuelve selva.

Mis tacos, extensión de mis piernas,

distancian sin ocultarme.

El viento se lleva restos de fantasías.

La avenida me aturde y me despierta.

Colectivo, patético representante

del mundo en blanco y negro.

Me siento a dibujar mis labios de sonrisas.

No lo logro.

Cambiaré de labial.

Estación acelerada, danza obscena de olores,

churros, garrapiñadas, mugre y perfume.

Llega el tren y trato de recordar los pasos.

Uno sujetar muy fuerte la cartera.

Dos empujar.

Tres llegar hasta el oxigeno.

Otra vez tarde. Triste.

Un grupo de bancarios

cuentan historias de cheques y préstamos.

Cuatro hombres juegan al truco.

Una chica intenta maquillarse en cada una de las estaciones.

Un niño-hombre cuenta recaudación

y se dispersa pateando una tapa.

Me pide una moneda y sigue con su partido.

Leo gratis los titulares de los diarios vecinos.

Me pierdo el final de una novela

por descenso del protagonista.

Un loco grita anunciando Apocalipsis

hasta ser silenciado por un vendedor de maní con chocolate.

Descenso. Largada.

Paso a la señora del tapado de paño,

no alcanzo al señor de sobretodo.

Diviso al personaje peinado con gel

que todos los días me dedica su mirada.

Finjo ignorarlo.

El subte cansado nos agita

intento leer y encuentro el párrafo

justo cuando tengo que bajarme.

Arribo al mundo de colores,

cambio Citroen por Ferrari.

Gano la pole position.

La escalera mecánica separa,

a la derecha los que pasean y se abandonan a su ritmo,

a la izquierda los que ganan segundos dando incómodas zancadas.

Recibo siempre los mismos volantes.

Esquivo gente de viajes invertidos.

Me tientan esos ramos amarillos

pero me aterra frenar para comprarlos y alterar la secuencia.

Entro en la farsa.

Miro el reloj

que ahora se mueve acelerado

y cansado después entra en letargo.

¿Cuánto falta para irme?

Acerca de mí?

Soy algo así: Como una reina sin corona con una corte de delirios que no fueron. Una sociable acumuladora de amigos que no sobreviviría a ninguna ausencia. Una terca incansable tratando de mantener estructuras, luchando contra el tiempo. Quimérica esperando igualdad salomónica. Maga perdida en sugestiones, seducciones e ilusiones.