A la ciudad le arrancaron los ojos
y los bienamados agitan por los bares sus cucharitas de aire.
Nadie nos conoce a nadie conocemos
Fugitivos muertos que caminan por México nos piden yerba
o estampitas de Ceferino Namuncurá. Los que vagan por España,
fallecidos que se pudren como las princesas rusas en el París del 20
¿Pero y los que no están no están?
¿Los desaparecidos desaparecidos?
¿Los muertos dendeveras?
¿Los que no piden discos de Gardel porque los bichos les comieron la música
ni sufren en dólares porque no sufren más?
Temo por ellos algo más pulguiento que la muerte
más pior que los estrujamientos de los huesos
más griposo que desguazarse en los zanjones
o en las aguas puercas del Río de
algo más feo puede pasarles todavía
olvido desgraciado
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