sábado, 9 de julio de 2011

HISTORIA AGGIORNADA DE RUT


Sin trabajo y sin marido la vida era demasiado difícil para Rut.
Debía salir de esa casa en donde había sido tan feliz, dejar a Noemí su suegra, que le daba la seguridad de una madre.
¿Cómo sabía ella el transcurrir dulce de la relación de una madre y una hija?
Sólo recordaba una lápida, flores y lágrimas por lo que nunca pudo ser.
Su cuerpo intacto lamentaba el estigma de la muerte.
Huérfana, viuda, nombres duros para una vida tan corta.
La Capital la esperaba radiante cuando llegó acompañada.
Sólo advertía señales de esperanza, tan llena de colores, tan dispuesta.
La vida en los pueblos es en blanco y negro.
Tan desganada y empecinada en no mostrar la salida de emergencia.
La ciudad ofrece gamas desconocidas. Está llena de bendiciones cuando te recibe acompañada y te contagia su ritmo anhelante.
Pero se tiñe de sepia cuando advierte soledad y desesperación. Se monta hostil y trata de expulsarte.

Debía dejar de ser una carga para su suegra.
Una pensión mísera para compartir.
Entró en la iglesia de San Cayetano y rezó.
Lejos de esa costumbre ¿Por qué el santo habría de escucharla?
Desconfiaba de sus propias creencias.
Pero se liberó de sus recelos y volcó sus ilusiones en el cuaderno de oración.
Salió y vio un aviso de camarera en una cantina.
Llamó al teléfono del negocio y una voz agradable le anunció que la esperaban.
Un trabajo!! De 22 a 1, martes a domingo(luego de una entrevista).
Moab el dueño de la cantina se mostró sumamente agradable, tenía el rostro paciente y un aroma a comida caliente aguardando.
Comenzaría esa noche.
Pero Noemí al recibir la noticia le dijo que sería mejor que regresara a su pueblo y a sus costumbres. Ella se sentía demasiado vieja para defenderla de una ciudad tan injusta con los desdichados.
Calles insondables y superficiales, gente preocupada y un misterioso rechazo era lo que quedaba de ese lugar tan desacertado para dos mujeres solas.
Pero Rut le explicó:
- No me ruegues que te deje y que me aparte; porque a dondequiera que vivas, yo viviré.
Su primer día en la cantina fue bueno, gente amable y generosa en su propina.
Al terminar la jornada se llevaba un paquete de comida, un lujo para ambas mujeres.
No voy a contarles que Rut se enamoró de Moab y se casó con él.
Rut tiene un trabajo.
Prefiere adoptar un estilo de vida hedonista donde se privilegia el placer y el ego por encima de la estabilidad del matrimonio.
Noemí tiene la misma creencia.

Norma Gomez

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